lunes, 28 de mayo de 2012

MIS RELATOS

Estos pequeños relatos, experiencia de mi vida,
deseo que sean mi mejor regalo, en espera de que algún día
su lectura sea válida para vosotros.
EL HOMBRE DE LA MALETA 
     Las ráfagas de luz pasaban a  través  de aquél  rosetón  de   cristales   multicolores  de  la  estación  del  tren;  mas  que    estación parecía  un  apeadero por el  poco  movimiento de  gente y por la mueca de despistados que reflejaban  en sus  rostros.
   
            Sentado en un rincón, alejado de la gente,  había un viajero con aspecto triste, parecía ausente a todo lo que no fuera el hecho del mirar su maleta que había colocado a la vista, con el equipaje de los demás viajeros.

       Eran  muchos años en compañía de su  maleta, casi  una vida…., recordaba lo pesada y grande que la sintió cuando por primera vez decidió viajar con ella, le era útil, le hubiese gustado viajar más ligero, sin equipaje, para poderse mover con más soltura, pero su trabajo le obligaba a ello; llevaba un muestrario bastante amplio y no podía desprenderse de ella. Siguió pensando en sus correrías y viajes, de placer unos, de reuniones otros, y de trabajo muchos. Recordó el tiempo que le llevó hacerse a aquél oficio de viajante; él tenía grandes planes en su cabeza, pero ninguno de que pasaría toda la vida de viaje, al lado de una maleta.

       Los primeros años no aceptaba el tenerla por compañía, se dedicó a ignorarla, a llenarla y vaciarla, a veces a darle grandes manotazos cuando los negocios no iban bien. Le hubiese gustado que en vez de maleta, fuese alguien con vida, para poderse desahogar en sus desalientos y desilusiones. ¿Era la maleta la causante de sus problemas; o era la manera de llevar su vida? Recordó aquél día, cuando estaba tan disgustado con él mismo, que decidió dejarla. Para aliviar sus penas, pasó al bar de la esquina, tan aturdido estaba con las copas de vino, que al salir se equivocó de puerta, y al dirigirse de nuevo a la estación para recoger la maleta, no sabía dónde estaba y dijo: ”mejor así”, de momento no le importaba mucho. ¡Al fin solo, viajaré más ligero, tendré ocasión de encontrar otros lugares y otras cosas diferentes…, la vida sigue!

       Pero estaba equivocado, se había acostumbrado a ella y no sabía estar. Paseaba distraído, no se acostumbraba a otra vida ni a otro empleo, por primera vez echó de menos su maleta. ¡Era su maleta…! y cuando descubrió esto se puso a caminar, con paso ligero recorrió las estaciones y los bares frecuentados… Después de mucho caminar, allí a lo lejos, abandonada en un rincón del vagón del tren, la encontró llena de polvo. Era suya de siempre, la miró y cogiéndola con cuidado pensó: “que tonto he sido, ¿dónde iría yo sin mi maleta…?”.

       Siguió su viaje, su gran viaje, a medida que pasaba el tiempo notaba que cada vez le pesaba menos, la levantaba y la manejaba con una agilidad increíble, no la golpeaba como antes, ahora llevaba el peso alegremente porque era él quien había decidido hacerse cargo de ella.

       Continuó así algún tiempo, hasta aquella tarde cuando pensativo, se puso a mirarla…, ¡La verdad!, no era muy bonita, era de líneas pasadas de moda, alta, rectangular y sin ruedas, pero de buena piel. Era curioso…, siempre le había acompañado, pero nunca se había fijado en ella, el conjunto no era muy bonito, pero tenía algo en sus cerraduras y en su acabado que le gustó. Se dijo a sí mismo: Es curioso mi manera de obrar; primero la usé, después la ignoré, la perdí  y la busqué y ahora que la he encontrado ¿qué haré con ella?, puedo seguir usándola sabiendo que es mi maleta; puedo mirarla y guardarla como recuerdo; o puedo identificarme con ella y disfrutar llevándola conmigo, como si fuese mi compañera de camino…

       Salió de su ensimismamiento, se levantó, y cogió la maleta de tal manera que los reflejos del sol de media tarde, al recortar su silueta, hicieron que ya no fueran dos la figura dibujada en la sombra: era la de “El hombre de la maleta”.
              “Todos caminamos en la vida con  más  o  menos equipaje,  lo  que importa es identificarnos  con  él”. 

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